Nuestro Ideario
Con gran satisfacción ponemos en vuestras manos, el Carácter Propio de los Centros educativos de Adoratrices en España. En él se plasma el código genético de nuestra identidad, se expresan nuestros grandes deseos de mejorar la sociedad mediante la educación y se recogen los principios que dan sentido a nuestra misión de educadores desde el carisma micaeliano: Pedagogía del Amor .
El primer punto de mira de nuestra docencia es, el servicio a la persona más desfavorecida potenciando su desarrollo integral. Por ello, nuestros centros de Adoratrices, se caracterizan por ser lugar de aprendizaje y desarrollo de la persona, de todas sus potencialidades creativas, tanto en su dimensión individual, como social y trascendente.
Los educadores, ejercen un papel mediador entre el/la alumno/a y el aprendizaje, le facilitan la adquisición de los conocimientos, los procedimientos y las actitudes para su desarrollo armonioso, y la incorporación responsable y crítica a la sociedad. Apostamos también por los Valores.
En este sentido, la Comunidad Educativa:
Estimula a los alumnos y alumnas para que adopten una actitud positiva, libre y decidida ante nuestras propuestas de valores, de modo que consigan orientar sus vidas con pleno sentido.
Ayudamos a los educandos a tomar decisiones coherentes con sus valores y creencias, conscientes de las obligaciones y consecuencias que de ello se derivan.
Los alumnos encuentran oportunidades para ejercer su responsabilidad:
Fidelidad a la palabra dada, trabajo personal, participación en la vida escolar, desarrollo de hábitos de orden y puntualidad…
Contribuimos al crecimiento personal estimulando la capacidad de creatividad, iniciativa y de ver las cosas diferentes.
Los alumnos encuentran ayudas para alcanzar su autonomía, el desarrollo de la originalidad, la intuición y el espíritu crítico. Todo ello necesario para tener amplitud de miras, flexibilidad de pensamiento y para construir su propio proyecto personal.
Impulsamos la aceptación mutua y trabajo en equipo.
En nuestra sociedad multicultural y multireligiosa, damos especial importancia a aspectos tales como: respeto a la diversidad y singularidad de las personas, participación en el ejercicio democrático, crecimiento de la amistad…
Trabajamos para que nuestros alumnos tengan una especial sensibilidad y sepan detectar las injusticias sociales.
Por ello ahondamos en proporcionarles las herramientas necesarias para que puedan comprometerse a favor de una sociedad más justa y solidaria.
En nuestros centros fomentamos de modo muy especial:
- La formación espiritual, está en el centro de todo el desarrollo de la coeducación. Prevenir la desigualdad por razón de género, es uno de nuestros grandes objetivos.
- Educamos también en la importancia de la ecología, la paz, los Derechos del Niño y la cooperación desinteresada.
- Nuestros centros son un lugar para la experiencia en el que ayudamos a los alumnos/as a comprender e interpretar los hechos y a interiorizar las normas que favorecen el crecimiento interior. Estamos convencidos de que en lo más profundo de cada uno de nuestros alumnos/as, debe construirse un proyecto de vida, en el cual formen un todo armónico las ideas, las creencias, los valores y los comportamientos. Para el desarrollo de la interioridad, potenciamos la autoestima; la expresión de las vivencias y sentimientos; la capacidad de empatía, admiración, sosiego y silencio; el deseo de autenticidad, el agradecimiento, la sinceridad y la reflexión. Con todo ello queremos que nuestros centros sean para nuestros alumnos y alumnas, UNA EXPERIENCIA FELIZ.
- Optamos por un modelo educativo abierto a la trascendencia, porque creemos en el valor transformador de la fe y en el poder educativo del Evangelio de Jesús, vividos en la comunidad cristiana al estilo de Sta. María Micaela.
- En definitiva, es sobre todo, una invitación para que toda la Comunidad Educativa se sienta implicada en la educación cristiana de los alumnos y alumnas de los Centros de Adoratrices.
Un cordial saludo.
Ana Mª López Sánchez Delegada de la Comisión de Centros Educativos de España
Nuestra Fundadora
María de la Soledad Micaela nace en Madrid (España) el 1 de enero de 1809, en la calle de la Libertad nº.8.
El día 4 del mismo mes, recibe el Bautismo en la parroquia de San José de Madrid.
Fue educada cristianamente por sus padres y por las religiosas Ursulinas de Pau (Francia).
Desde que en 1822 murió su padre, militar de oficio y corazón, permanece Micaela al lado de su madre Dña. Bernarda López de Dicastillo y Olmeda, Condesa de la Vega del Pozo y Marquesa de los Llanos de Alguaza.
Había heredado de de su padre un temperamento guerrero y noble, que le prepararía para las duras batallas en su difícil misión.
De su madre recibió un corazón sensible y compasivo. Vivió en buen ambiente familiar.
En Guadalajara, donde iban todos los veranos, Micaela aprovechaba para socorrer a los pobres. Allí puso una escuela para doce niñas.
El 6 de febrero es una fecha inolvidable para Micaela: visita por primera vez el Hospital de San Juan de Dios con Ignacia Rico de Grande, gran amiga y gran pedagoga.
Se encuentra allí con la joven del chal de cachemir, un encuentro que la Santa narra detalladamente en su autobiografía.
“De esta historia y otras muchas… que en mis continuas visitas al hospital tuve lugar de saber y ayudar, nació mi primera inspiración de poner una casa o refugio donde pudieran vivir una temporada las jóvenes que salían del hospital…”
Nunca se arrepentirá de la decisión tomada, aunque las dificultades parezcan insuperables.
En abril de 1845 nace el primer Colegio en una casa en la calle de Dos Amigos de Madrid.
En 1850 se hace cargo del Colegio y van a seguir tres años de grandes dificultades económicas. Vende todas las joyas, sus vajillas y su ajuar para que la casa subsista.
En 1853 aún no ha surgido formalmente la Congregación. Hace solo tres años que Micaela vive con sus colegialas. Se cambia el nombre por el de Sacramento. Con sus alhajas hace construir una custodia, con el viril en forma de corazón, “ya se pone el Santísimo en una preciosa custodia nueva”, son sus palabras.
En 1856 ve la necesidad de formar una comunidad que dé estabilidad a la obra. Surge así la Congregación de Adoratrices Esclavas del Santísimo y de la Caridad. Micaela se ha convertido ya en Madre Sacramento y ese mismo año escribe unas Constituciones que serán aprobadas por la Santa Sede 1861.
Al Colegio de Madrid le siguen pronto otros en Zaragoza, Valencia, Barcelona, Burgos, Pinto y por último, el de Santander en 1865. A principios de agosto de 1865, Madre Sacramento acude a Valencia para auxiliar a Hermanas y a colegialas enfermas del cólera. Allí muere, víctima de esta enfermedad, el 24 del mismo mes.
Se inició su proceso de beatificación en 1889 y el 7 de junio de 1925 es beatificada por Pío XI y el 4 de marzo de 1934 canonizada.